sábado, 17 de abril de 2010

EL LIBRE PENSAR, EL LIBRE DECIR

“La ciencia demuestra que el ser humano progresa reduciendo su egoísmo y ampliando su empattia”

JEREMY RIFKIN

Si realizáramos un paneo de la historia del ser humano hasta nuestros días podríamos apreciar la cantidad de avatares por los cuales transitó. Pero si hay algo a lo que no renunció nunca es a la emisión de la palabra como producto de sus ideas.

Sin embargo en el presente estamos siendo testigos de actos de violencia hacia aquellos sujetos que no sostienen la misma concepción de ideas. Parecería que los funcionarios que ejercen el poder no saben administrar, pues eso es lo que son, administradores, ya que el único que detenta el poder es el pueblo sin que los ciudadanos se expresen de manera acorde con los conceptos republicanos.

Esto significa que en nuestro país se está gestando un fenómeno que atenta contra la libertad de expresión y la pluralidad de ideas. Pero lo que es más grave aún es que tratan vía escaramuzas mediocres no permitir el accionar del congreso que es la institución que garantiza estar en estado de derecho, de lo contrario estamos inmersos en una pseudo democracia.

Los orígenes del psiquismo humano para cumplimentar su desarrollo con calidad deben estar en armónica homeostasis, cuando esto no se da se hacen presentes las patologías. La manera en que se ha instalado la falta de criterio de realidad y de no reconocimiento en el Otro está colocando a los sujetos en un camino de violencia continua que no hace más que subsumirnos en espacios bizarros y discursos vacíos al decir de Lacan.

En el seminario XVII Jacques Lacan trabaja los diferentes discursos y le da especial preferencia al discurso carente de racionalidad, sin contenido que es utilizado por aquellos sujetos que no han desarrollado empatía que solamente son en función de su ego y que si no encuentran adeptos , los consiguen a través de la fuerza, de la agresión y el descrédito del semejante. De esta manera están actuando aquellos funcionarios que dirigen el país.

Da vergüenza ajena escuchar a los legisladores disciplinados por el poder no por la profundidad de sus conocimientos. Difaman a quienes no comparten esta alienante actitud y se muestran como niños de mas de cincuenta caprichosos y enfurecidos utilizando la amenaza para conseguir sus objetivos. Pero lo más deprimente es que en aras de conceptos altruistas como son los derechos humanos, la libertad de prensa, la educación o la salud ofrecen discursos estentóreos que ni ellos se los creen. Tratan al pueblo con menosprecio y lo subestiman, no saben que las palabras vertidas quedan en archivo como decía Derrida así como también las mismas palabras te muestran tal cual sos y de eso si no se puede huir.

No se debe permitir estos atropellos, estas acciones de pulsión de muerte; estos sujetos están muy enfermos y la ciudadanía tiene que comprender que sin justicia no puede haber paz y que en estos momentos se están vulnerando la legitimidad del pensamiento y la palabra.

No se pueden esperar soluciones mágicas de quienes en forma recurrente violan leyes y las manipulan de tal manera que presenten visos de realidad. Ese proceder delata la patología de estos individuos.

Nuestra tarea es peticionar desde las vías de la justicia que nos asiste a exigir el funcionamiento del parlamento como corresponde sin patoteos y amenazas y sobre todo sin ningún tipo de temor.
Nos debemos el garantizar el futuro de nuestros hijos y nietos.

¿Dónde quedaron los valores propuestos por los prohombres de la patria?
¿Qué bicentenario suponen festejar?
Quizás el bicentenario de los nativos olvidados en el norte, de los que duermen en la calle no muy lejos de la casa rosada o en las escalinatas del subte sobre papel de diario o de los que no tienen trabajo y tienen que pedir un plato de comida en los comederos o en las iglesias.
Se puede ser tan cínico para hablar de festejo en medio de un país desvastado por psicópatas?

Lic Noemí Di Donato
Psicóloga U.B.A
Magister U.B.A
Doctoranda