miércoles, 24 de febrero de 2010

Las representaciones de la sociedad acerca de la escuela y los actos de violencia

“…La represión parte del Yo, quien, eventualmente por encargo del Superyo, no quiere acatar una investidura pulsional incitada en el ello.”…
Sigmund  Freud
 
 
Con esta introducción de Sigmund Freud me propongo que reflexiones acerca del espacio social tan controvertido que ocupa la escuela hoy.
La representación de la escuela para la sociedad surge a partir de la necesidad de dotar a los sujetos de competencias, normas y valores para el desarrollo de la misma.
Resulta contradictorio que a los resultados a los cuales se han arribado en la actualidad la ubican en un espacio de menosprecio y desvalorización.
Muchos analistas se interrogan acerca de esto sin alcanzar una respuesta satisfactoria.
La escuela está destinada a formar sujetos autónomos, racionales y críticos.
Qué sucede entonces que las políticas educativas mientras lo enuncian en los estentóreos curriculums los reprimen en acto?
Es muy simple si tomamos la decisión como formadores de nuevas generaciones aptas para resolver los problemas del futuro si de una buena vez nos revelamos contra la demagogia de los discursos vacíos; como diría Lacan.
Esta disfuncionalidad genera un clima de tensión entre los educadores y se transfiere a los alumnos, que en plena construcción psíquica, no logran decodificar los mensajes y su respuesta es la violencia ante la falta de sentido que emana del discurso educativo per se.            
Cómo avanza la agresión en los establecimientos educativos?  Dónde se origina? Quiénes la propulsan?  A quienes beneficia?

Todas estas  preguntas surgen y no por casualidad ahora sino por causalidad. Si por causalidad del advenimiento de políticas nefastas, de exclusión que han dejado al sujeto desprovisto del si mismo y expuesto a la  adversidad descarnada.
Porque no existe una infancia sino infancias que a partir del deseo Superyoico desmedido de aquellos que dirigen los destinos del país han sido mutiladas, negadas y apresuradas a cumplimentar roles que le son ajenos.  Cómo entonces hace el infans para sobrellevar tamaña empresa que no le pertenece? Cómo hace el infans para dirimir la exigencia de un adulto, que aún no es,  en la casa e intentar ser un niño en la escuela?
Si, cómo hace el púber para asumir la responsabilidad de cuidar a hermanos menores, de llevarlos a la escuela y a su vez él ir también como uno más?  Cómo hace para acomodar al que hace unos instantes era un adulto para tomar decisiones con sus hermanos y ahora así ipso facto transformarse en un niño que obedece al adulto?  
Existe más violencia que aquella que le niega al Otro las posibilidades de ser considerado un ser humano?
Existe más violencia que aquella que valiéndose del poder hegemónico subsume a las generaciones futuras en un circuito oscuro?
No es obsceno emitir discursos histéricos, victimisantes y abultados de terminología cada vez más incoherente?
Cuál es el beneficio secundario de tamaña hostilidad desplegada con responsabilidad absoluta a la escuela  y por ende a los niños ergo a los docentes? 

Será quizás entre las muchas hipótesis que podemos enunciar, el yo de estos personajes conserva la vanidad narcisista de otrora que lo reviste de cierto hiperpoder que lo legitimaría para avasallar al Otro.

Lic. Noemí Di Donato U.B.A
Magister U.B.A
Doctoranda U.B.A

jueves, 11 de febrero de 2010

La sociedad actual y el miedo

“No se necesita un motivo para tener miedo (…) Yo me asusté, pero esta bien tener miedo sabiendo por qué (…)
Émile Ajar (Roman Gary). La vie en sol"



El miedo es un sentimiento que conocen todas las criaturas vivas. Los seres humanos la comparten con los animales.
Los estudiosos del comportamiento animal manifiestan que estos poseen un amplio repertorio de respuestas que utilizan ante la presencia de un peligro inminente.
Por el contrario los seres humanos cuando se enfrentan a una situación amenazadora utilizan dos respuestas posibles la huida y la agresión.
Hoy por hoy esto se visualiza con mayor intensidad pues los sujetos se sienten mucho mas expuestos al mundo exterior desde tres dimensiones a saber:
Los que amenazan el cuerpo y las propiedades de las personas, otros que amenazan la  fiabilidad del orden social del que todos sabemos depende la seguridad del medio de vida y por ultimo aquellos peligros que amenazan el lugar de la persona en el mundo: su posición en la jerarquía social, su inmunidad a la degradación y la exclusión social.
Todas estas cuestiones hacen que la vulnerabilidad de las personas muestre su alto grado de virulencia.
En la actualidad el exhibicionismo de la inseguridad es considerado por aquellos dirigentes como una forma de convivencia humana natural.  Sabemos que la seguridad absoluta no existe pero también forma parte de nuestro conocimiento que el caos por el caos mismo impide una avenencia armónica.
Nuestra vida se compone de momentos placenteros y momentos displacenteros, vale decir que no hay presencia absoluta de uno u otro.
Freud lo manifestaba de esta manera en El malestar en la cultura “ ..Que es lo que los  seres humanos mismos dejan discernir, por su conducta, como fin y propósito  de su vida?  Que es lo que exigen de ella, lo que en ella quieren alcanzar? No es difícil acertar con la respuesta; quieren alcanzar la dicha, conseguir la felicidad y mantenerla.”
Entonces que suponen que quieren quienes dirigen la sociedad hoy?  Tampoco resulta  dificultoso averiguarlo. Querrán perpetuarse en el poder? Querrán demostrar y demostrarnos que solo ellos pueden disipar toda posibilidad de temor e inseguridades de todo tipo?
Es probable,  la mentalidad tan pequeña y mezquina que los guía así lo predice.
El miedo adquiere entonces dos ribetes contrapuestos, uno que esta vinculado directamente con cada uno de nosotros como sujetos pulsionales y el otro que responde a los beneficios de quienes obtiene una plusvalía  secundaria como ganancia hedonística.
La convivencia humana sólo es posible cuando se aúna una mayoría más fuerte que los individuos aislados, y cohesionada frente a estos.
Es por eso que el miedo constituye, el más siniestro de las  múltiples catástrofes que  se anidan en las sociedades abiertas de nuestra época. Pero son la inseguridad del presente y la incertidumbre sobre el futuro las que traman y crían nuestros temores más imponentes e insoportables.
Reflexionemos con Woody Allen:
“La humanidad está hoy, más que en ningún otro momento anterior de la historia, en un auténtico cruce de caminos. Uno de ellos lleva a la desesperación y a la desesperanza más absoluta. El otro, a la extinción total. Recemos para que tengamos la sensatez de eligir correctamente…”


Noemí Di Donato
Magister U.B.A
Lic. en Psicología U.B.A
Doctoranda U.B.A