“El hecho de que el yo, para defenderse de
ciertas excitaciones displacenteras provenientes de su interior, no aplique
otros métodos que aquellos de que se vale contra un displacer de origen
externo, será luego el punto de partida de sustanciales perturbaciones
patológicas” - Sigmund Freud
Quise introducir este párrafo de Freud para instarlos a
reflexionar acerca de la situación que estamos viviendo los argentinos.
Esta constante búsqueda
de encontrar en el Otro lo fallido, lo erróneo y no poder concebir los propios
se ha naturalizado entre nosotros de manera preocupante. Esto es observable en cualquier reunión de
ciudadanos que intenta conseguir acuerdos de convivencia sana.
Se dan cuenta de lo que digo? Hablo de llegar a lograr acordar
cuestiones que comprometen el día a día!
Y aún así en este escenario no se puede dejar de lado el hedonismo.
El yo ocupa un lugar de supremacía y en ese plano no está
dispuesto a abandonar la dicha y mantener la felicidad a ultranza. En esa línea entonces es que el sujeto se
sumerge en una solución peligrosa donde la satisfacción pulsional
constituyéndose en causa de grave sufrimiento cuando el mundo exterior nos deja
en la indigencia, cuando nos rehúsa la saciedad de nuestras necesidades.
Ese desplazamiento libidinal hacia el otro semejante que lo
coloca en ese lugar de no aceptación, hace que la visión que se obtenga de la
realidad este centrada en una única premisa.
Conformamos los argentinos una sociedad autoerótica cuyo devenir
depende de la satisfacción plena. Cuando esto no sucede se produce un quiebre
que coloca a la subjetividad en riesgo.
Se necesita de un padre proteccionista y poderoso que garantice el
porvenir pero al cual hay que obedecer y servir.
Toda idea contraria hace resaltar la agresión y el
autoaniquilamiento.
Existe un dejo de olvido que la comunidad plasma un superyo bajo
cuya tutela se produce el desarrollo de la cultura. El superyo de la cultura
surge de la impronta que han dejado grandes personalidades inaugurando los
preceptos de la ética.
Si tenemos que analizar la realidad en función de la ética nos
encontramos con un vacío que raya con la autosuficiencia narcisista en un estado patológico alarmante.
La patología nos da a conocer gran número de estados en que la
disociación yoica respecto del mundo exterior se vuelve incierto y la ambición
del poder enfermizo se apodera cada vez más de los que se encuentran en las
funciones de gestión.
La pregunta que les dejo es la siguiente Cómo la ciudadanía proyecta
su porvenir en este contexto?
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