domingo, 6 de junio de 2010

LA SOCIEDAD DEL MIEDO

“Permítanme aseverar mi firme creencia en que nada debemos temer sino el miedo en sí”

Franklin Delano Roosevelt (discurso de investidura, 1933)

El miedo es uno de los mecanismos más precoces. Los sujetos necesitan encontrar a lo largo de su desarrollo las herramientas vitales para la construcción de su mismo.

Para los lazos humanos, la falta de confianza es mala noticia.

De los espacios protegidos, construidos por los prohombres de la república en aras de una convivencia armónica; las redes de vínculos humanos han pasado a convertirse en territorios fronterizos donde cada día hay que librar escaramuzas de reconocimiento. Cuando la confianza no está o sólo se entrega a regañadientes en actitud intimidatoria nos encontramos en serios problemas.

Pensemos que dentro de unos días se conmemorará el bicentario, hecho que debería convocarnos a todos los ciudadanos. Sin embargo aparecen controversias, mezquindades, ni más ni menos que aflora la imposibilidad de acordar.

Por qué le tememos tanto los argentinos a las concertaciones? Quizás tenga que ver con un pensamiento mágico? O tal vez porque el principio de placer se ha instalado en cada uno de nosotros de manera patológica? Cualquiera de estas posibilidades pueden estar presentes peo lo alarmante son los modelos que se transfieren a las futuras generaciones como patrón a seguir.

Parafraseando a Freud diremos que el principio de placer, el de ser felices por siempre, en este caso que todos pensemos igual para serlo, es irrealizable. Esto es así porque las contingencias exigen que los sujetos estén libidinalmente preparados para poder interactuar con el medio. Si la capacidad pulsional no alberga tanto el placer como el displacer ese sujeto es pasible de no poder adquirir las herramientas necesarias para la adquisición del criterio de realidad. Cuando el criterio de realidad falla en su lugar aparece indefectiblemente un mecanismo defensivo de lo más primigenio, me refiero a la negación.

Cuántos hechos han sido manejados y siguen siéndolo, fundamentados con una base inexistente que en el discurso de los funcionarios alcanzan visos de realidad. Cuál realidad? La que ellos se construyeron para seguir gozando de una satisfacción irrestricta de sus necesidades. Cómo se puede conciliar y buscar soluciones conjuntas? Cómo nos podemos respetar desde el libre pensamiento? Qué vamos a festejar el 25 de mayo? Cómo lo vamos a hacer si no se toleran las diferencias? Qué nos dirían nuestros antecesores? Seguramente que en cien años no aprendimos nada y que fuimos acrecentando el desarrollo del miedo como método para gestionar.

No será el bicentenario el momento para abandonar el miedo y asumir definitivamente la responsabilidad que nos compete como ciudadanos?

Noemí Di Donato
Lic. en Psicología U.B.A
Magister U.B.A
Doctoranda

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