“Pues todo lo que nace
Merece perecer
Por eso, cuando soléis llamar
Pecado, destrucción, en fin, el mal,
Es mi propio elemento”
Parlamento de Mefistófeles ante Fausto
Estamos en el Bicentenario de nuestro país. Qué cantidad de años verdad? En este momento me surgen infinidad de cosas que me agradarían saber, conocemos algunos avatares de aquellos que nos precedieron. Existen documentos que así lo indican y a partir de ellos cada uno de nosotros fue construyendo el pensamiento de esos semejantes. Se han escrito libros, se vertieron hipótesis de los principios que los abrigaba así como también se crearon posibles diálogos con aquellos hombres que la historia escolar se encargo de inmortalizar.
Seguramente como todo ser humano habrán tenido sus dudas, sus luchas internas, su malestar y se me ocurre que lidiar con lo precario del medio también habrá tenido su incidencia.
Sin embargo desde un análisis más exhaustivo se nos representa un sujeto que interactuando con su equivalente se permitía pensar en conjunto. Esto era así ya que las noticias que les acercaban desde el viejo mundo terminaban siendo compartidas por todos. Tal vez algunos lograban discernirlas mejor que otros, pero no importa de todas maneras se anoticiaban.
Da la sensación que la aldea se nutría del saber de unos para ir avanzando. La idea era poder construir realidades emparentadas con aquellas, fue el sueño de muchos. Si nos detenemos en esto, que debió ser para aquellos humanos algo tan natural, me refiero a la comunicación hoy se manifiesta como algo imposible de lograr. Es muy probable que los habitantes de aquel poblado tuvieran desacuerdos pero parecería que no abandonaban sus objetivos que estaban ligados a poder tomar decisiones propias, pero también sabían que para lograrlo debían trabajar todos unidos.
El odio, el amor, la envidia, la solidaridad, la vida, la muerte están en el sujeto humano. En algunos está más instalado que en otros pero de ninguna manera debería primar la actitud superyoica pues sino lo que ocurre es que no permite el desarrollo de esa persona y además obtura cualquier emprendimiento que se quiera realizar en conjunto.
El Superyo en los hombres de mayo estaba presente, lo supieron manejar? Estaría en orden de jerarquía el espíritu patriótico? Se dieron cuenta que si no se unían nunca iban a avanzar? Es evidente que adquirieron las herramientas para poder privilegiar la patria, las raíces, el espacio común y lo más importante el permitir dejar un país que pudiera ser habitado en paz por las generaciones que vendrían.
Cuántos valores se nos fueron transmitidos por aquellos hombres que solo contaban con un conjunto de valores que preferenciaban nada más ni nada menos que la esencia humana. Cuántas cosas que tenemos que recuperar, pero lo más acuciante es reivindicar el diálogo, la educación, que aquellas personas supieron colocar en primer lugar, aceptar las diferencias así como también recobrar la cultura del esfuerzo y del trabajo que supimos conseguir y que hoy a los doscientos años nos encuentra en paupérrima condiciones.
No les parece que estamos en franca deuda con nuestros patriotas y con nuestros sucesores?
Noemí Di Donato
Psicóloga U.B.A
Magister U.B.A
Doctoranda
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