martes, 20 de octubre de 2009

El sujeto y la realidad

Nos ocuparemos en este análisis de lo complejo que le resulta al sujeto la interacción con el medio. Esta realidad exterior, que de eso se trata, ya Freud la definía en el Proyecto como “procesos continuos que ejercen constantes estímulos discontinuos para el aparato anímico” pues la realidad exterior no solamente incide sino que constituye, ya que introduce de manera permanente desequilibrios que exigen un trabajo de ligazón y de deponer en un marco complicado las funciones y constituyéndose en motor del crecimiento psíquico. De esta realidad exterior dos son las variables  de  preeminencia  a saber: el cuerpo y el otro humano.


Aquí ya estamos en presencia de uno de las cuestiones que como sujetos de esta sociedad debemos abordar. Existe un cuerpo, el de cada uno de nosotros y existe el semejante definiendo el campo de la realidad como lo hace Lacan cuando dice que es la franja que articula el lenguaje y la mirada.

Toda vez que entramos en conexión con el semejante se ponen en acto simultáneo la mirada de cada uno como su actitud corporal. Será entonces, pregunto, relevante la instalación de confianza entre uno y otro?  Indudablemente que si pues es en esa operación que se generan la trasmisión de las representaciones que constituye, en un todo, al Yo como masa ideativa en la cual  se define la representación que tiene el sujeto de si mismo. Aquí las cualidades morales regidas por el superyo  no cuentan sino por formas  de clasificación valorativa de lo dado en el registro del Otro.


Siguiendo esta línea de pensamiento como recibe el sujeto el impacto de una realidad que esta imbuida en la impunidad?  Fíjense Uds. que la relaciones entre el sujeto psíquico y la realidad de nuestro país; vale decir que el conjunto de variables sociales, económicas y políticas que fundan y y sostienen un campo representacional en el cual se despliegan angustias, temores y relaciones consigo mismo y con el otro humano remite a las formas con las cuales el sujeto libidinal recibe el impacto de la misma.


La descomposición de las relaciones al semejante a partir del aislamiento son las formas con las cuales la realidad económica y política despliegan sus efectos en la subjetividad, en particular en los modos con los cuales el yo se representa a si mismo y  se sostiene en su función integradora no solo a nivel del psiquismo individual sino social.


La realidad que es menester recuperar es la de poder construir sistemas de representaciones que restauren el derecho a pensar y a estructurar proyectos que no reduzcan a los seres humanos que en forma compulsiva expulsa  hacia la marginalidad.


Existe hambruna de realidad y eso se satisface con la toma de conciencia de los valores intrínsicos a cada uno de nosotros como valuarte del tratamiento de la identidad.


Noemí Di Donato
Psicóloga - UBA

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